Home > Impulsos Solidarios > ¿Cuál es el origen del altruismo?

 

Según la RAE, altruismo proviene de la palabra francesa “altruisme” y significa “diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio”. Pero, ¿de dónde procede esa voluntad que poseen algunas personas hacia el bien ajeno?

 

Como ya hemos mencionado en el post Altruismo: Cuestión genética, un estudio realizado en 2010 por investigadores de la Universidad de Bonn (Alemania) contempla el altruismo como una cuestión genética. En dicho estudio se llegó a la conclusión de que las personas con variante en el gen COMT eran dos veces más propensas a “hacer cosas buenas por los demás” que aquellas que no la poseían. Hay estudios previos que confirman la relación entre el altruismo y la genética, como por ejemplo la obra “El gen egoísta” de Dawkings, que establece que “son los genes y no los individuos los agentes sobre los que opera la evolución”.

 

Sin embargo, según un estudio realizado por especialistas en la Universidad de Zúrich (Suiza), existe una relación entre la anatomía cerebral, la actividad del cerebro y el comportamiento altruista. Este estudio contempla el altruismo como una cuestión neurofisiológica. Lo que constata este estudio es que los individuos con mayor cantidad de materia gris en la unión establecida entre el lóbulo parietal y el lóbulo temporal del cerebro se comportan de manera más altruista que los individuos que poseen una menor cantidad de dicha materia (los egoístas). Sin embargo, aunque el estudio demuestra la conexión existente, Ernest Fehr (director del Departamento de económicas de la Universidad de Zúrich) agrega que “sin embargo, no se debe extraer de los resultados la conclusión de que los comportamientos altruistas vienen determinados solo por factores biológicos”.

 

Por otro lado, un estudio realizado por investigadores de las universidades Pompeu Fabra (UPF) y Autónoma de Barcelona (UAB) contempla el altruismo como una cuestión social. Dicho estudio trata de averiguar si el altruismo es innato o depende del entorno social a través de la medición de los tiempos de respuesta en dilemas de cooperación. La conclusión extraída según Juana Castro Santa (miembro de UPF): “Lo que encontramos es que, dependiendo del contexto social, las respuestas más naturales y rápidas tanto podían ser las altruistas o egoístas. Es decir, más allá de la naturaleza de la persona, el contexto social determinaba qué propensión tendría el participante a colaborar o sacar provecho de los demás”. El estudio defiende que el altruismo no sólo se encuentra en los genes, sino que cada individuo lo manifiesta o no dependiendo del entorno. El contexto social determina la propensión que tiene cada individuo a colaborar con otros o sacar provecho, según las intenciones que se perciban de los mismos.

 

Sea cual sea el origen del altruismo, como hemos expuesto anteriormente en el post Los beneficios de ser ALTRUISTA, se ha demostrado que llevarlo a la práctica reporta beneficios tanto para la salud mental como para la física.

Respecto a los beneficios en el ámbito de la salud mental encontramos que:

  • Quien da tiene más posibilidad de recibir.
  • Promueve cambios fisiológicos en el cerebro asociados a la felicidad.
  • Aporta un sentido de integración y reduce el aislamiento social.
  • Aumenta la autoestima, el optimismo, la confianza y el control.
  • Disminuye los sentimientos negativos.
  • Ayuda a tomar perspectiva de la realidad social y a ser más positivos ante nuestra situación.
  • Proporciona recuerdos agradables.

 

En cuanto a los beneficios para la salud física encontramos que:

  • Reduce el estrés.
  • Alarga nuestra vida.

 

¿Y tú, crees que se trata de una cuestión innata y biológica o más bien de una cuestión social?  Queremos saber lo que opinas, ¡escríbelo en los comentarios! ?

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